Llevaba 11 meses trabajando de cajero. Me había ganado la
confianza de mi jefa, María de la Luz Carrasco y del gerente de tienda, Ángel Tovar. En mayo
de 2011, mi jefa y el gerente, me citaron para hablar conmigo. El señor Tovar, me dijo “Luz, me ha comentado de tus habilidades, tu puntualidad y trato
con los clientes. Creemos que eres apto para el puesto de supervisor de tienda.
¿Te sientes capaz de llevar esa responsabilidad y hacer de esta, una mejor
tienda?”. Yo acepté.
Esté ascenso, me trajo un descontrol total. Primero tenía que
pasar a Recursos Humanos para hacer mi cambio de puesto. Tenía que presentarme
en el Corporativo de Tiendas Comercial
Mexicana SA de CV, el cual se ubicaba en Mixcoac, Distrito Federal; allí impartían
los cursos para capacitar a los supervisores. Durante 15 días, aprendí cosas
nuevas. Tenía que dominar el programa Retail. Esté era el programa, el cual usaba la
Comercial Mexicana para las auditorías. En él podían observarse la productividad de los cajeros, los faltantes, los sobrantes, las inversiones y
los valores, que en cada caja se ingresan al cobrar. También recuerdo que tenía
aprender llenar vouchers manualmente, suspender, recuperar, anular o corregir las
cuentas de los clientes y realizar autorizaciones con las tarjetas de crédito. Me
inculcaron muchos valores, para aplicarlos con los clientes, compañeros y la
familia.
Cuando regresé a la tienda, mes sentía nervioso,
pero mi jefa siempre me apoyó. La tienda tenía que abrir a las siete horas, con 10 cajeros, dos supervisores y la jefa de cajas. Arturo era mi
compañero y amigo; él también me apoyó. Decía “Relax man. Yo empecé igual que tú; ya
iras agarrando la onda”. En realidad no tuve problemas. En tres semanas
dominaba el Retail, autorizaciones bancarias, problemas con los clientes, cajeros y auditoría de ventas.

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